sábado, 23 de marzo de 2013

El papel de la mujer


La incorporación de las mujeres al mundo laboral ha sido y sigue siendo un largo camino lleno de obstáculos y limitaciones, de menos posibilidades frente el acceso y ejercicio de una profesión y la vida social. Fruto de la lucha de las propias mujeres y los colectivos implicados en la mejora de dichas condiciones hoy en día gozamos de una notable mejora en el marco legislativo y político respecto a la implantación de medidas para la igualdad de oportunidades. Pero por otra parte sigue siendo palpable la brecha que existe entre géneros y numerosas las situaciones en las que la mujer es excluida y discriminada, con mayor notoriedad en el mercado laboral, por razón del sexo. Las estadísticas presentan claramente la inclinación desfavorecedora hacia las mujeres en cuanto a tasas de empleo, ocupación, salarios, etc.

La mujer ha estado a lo largo de la historia relegada socialmente a una posición secundaria, supeditadita por estereotipos nacidos de la identidad de género. Esto ha supuesto que se entendiera como lógico que la mujer solo podían tener acceso a ocupaciones de baja o ninguna cualificación, poco gratificantes y mal remuneradas. La falta de estabilidad de sus trayectorias laborales y personales no sólo les ha afectado y afecta negativamente a su empleabilidad, sino que las ha dejado en una posición de desventaja a la hora de cumplir con los requisitos exigidos para progresar, acceder a recursos e incluso a prestaciones.

Hemos sido demasiado tardíos en la incorporación de la mujer al mundo sociolaboral por lo que aún existe una división sexual latente en el entorno que, sumado a la falta de igualdad en la distribución de responsabilidades familiares, sociales y laborales entre hombres y mujeres y las dificultades para poder conciliar la vida profesional y familiar; ha terminado por hacer que muchas mujeres opten por continuar ocupándose del cuidado familiar, reservándose para los hombres la vida social y laboral reconocida y remunerada.

La ausencia de recursos, herramientas de apoyo y medios procuradores de la conciliación mantenida a lo largo de los años, así como el añadido de una cultura tradicionalmente patriarcal y machista, han ido forjando el desequilibrio y manteniendolo a largo de nuestra historia. El
no haber evolucionado nos lleva a que las mujeres han de enfrentarse a numerosos 
condicionantes para su desarrollo sociolaboral. Incluso en el seno de que las propias familias, en numerosas ocasiones, se frena la iniciativa de la mujer haciendola entender que si se incorpora al mercado laboral están “desatendiendo su función de mujer y madre”, creandole un sentimiento de culpabilidad y carga psicológica que diluye cualquier interés o motivación.

Este cumulo de condicionantes han generado que en la actualidad las mujeres en general, pero aún más aquellas que tienen un perfil de empleabilidad más bajo, conformen un colectivo amplísimo que sufre desde pequeñas acciones discriminatorias hasta la exclusión sociolaboral más severa, además de problemáticas como la violencia de género. Como decía antes, las políticas y conciencias están cambiando, pero lamentablemente nos encontramos en una situación macroeconómica de crisis que, lejos de propiciar mejoras, está afectando a todos los estratos de la población y haciendo disminuir enormemente las posibilidades de todos los colectivos en exclusión o riesgo de exclusión. A todos ellos afecta, pero en el caso de las mujeres no solo en las dificultades de empleabilidad, también en cuanto las posibilidades de eliminar las desigualdades. El hecho de que los recortes se estén aplicando en aquellos recursos que les permitían la conciliación y la superación de las barreras está haciendo que las mujeres se vean obligadas a volver al rol de la atención familiar, lo que acabará por revertir los avances logrados.

Son por todo esto las mujeres un colectivo ya en exclusión y con un gran riesgo de convertirse en el más amplio de todos. Es el momento de replantearnos si estamos comportandonos de la forma adecuada, no solo porque la igualdad entre hombre y mujeres es algo indiscutible, también porque estamos limitando las oportunidades de la sociedad al dejar al margen todo lo que estas mujeres quieren y deben ofrecer al desarrollo, mejora y crecimiento de la sociedad, así como a la evolución de la historia.

"Capitalismo y patriarcado: multiplicando desigualdades. Las discriminaciones y las desigualdades que sufren las mujeres en el mercado laboral, y que afectan a otras dimensiones de sus vidas y las de los hombres, se generan por una interacción perversa entre el capitalismo – como sistema económico de explotación – y el patriarcado – como sistema de dominación y opresión. (Texto del grupo laboral de la Asamblea de Arganzuela, Madrid)"

Un saludo a tod@s

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